El tiempo cura las heridas
Tenía una vida junto al hombre que amaba, una vida de 12 años juntos y pensé que iba a ser para siempre, pero la vida te da sorpresas, sorpresas que ni en tus peores pesadillas imaginas.
Un día abrí los ojos y creí que estaba soñando cuando ese hombre ya no estaba más, cuando me di cuenta que la muerte se lo había llevado…
En verdad pensé que era una pesadilla y que si cerraba los ojos para dormir, al despertar lo iba a tener de nuevo a mi lado y que todo solamente se trataba de un mal sueño.
En verdad pensé que era una pesadilla y que si cerraba los ojos para dormir, al despertar lo iba a tener de nuevo a mi lado y que todo solamente se trataba de un mal sueño.
Cosas como ésta, siempre escuchas que le pasan a los demás y sientes compasión por ellos, pero nunca imaginas que te van a pasar a ti. En verdad nunca imaginé esto, pues mi esposo tenía 35 años y era un hombre joven y lleno de vida.
Recuerdo nuestras conversaciones de cómo seríamos de viejitos, de cuando nuestros hijos fueran jóvenes, de nuestros sueños…
¿Cómo iba afrontar esta soledad y este dolor me preguntaba? Y pronto me llegó la respuesta, con lo más maravilloso que Dios me dio; mis dos hermosos hijos, que si no fuera por ellos yo también en ese momento hubiera querido morir.
Pensé que nunca me iba a curar de este dolor; pero el tiempo en verdad lo cura todo.
Le doy gracias a mis hijos por existir en mi vida y hacerla más maravillosa, gracias a los amigos que estuvieron cerca de mi apoyándome cuando más los necesitaba, a las personas que me dieron la comprensión y la compañía que necesitaba en esos momentos.
Pero sobre todo le doy gracias a Dios, que nunca se olvidó de mi y que gracias a él hoy sigo aquí, gracias por llenarme de bendiciones, gracias, porque a pesar de quizás no merecerlo él siempre está ahí junto a mi.
Han pasado dos años de su muerte. Hoy puedo decir que he salido adelante y he sacado adelante a mis hijos, que el dolor de mi pérdida se ha ido mitigando con el pasar del tiempo y que sepan que eso no quiere decir que ya lo olvidé, que ya lo borré de mi vida, porque siempre vivirá en mi corazón y en el corazón de todos los que lo amamos.
Pero la vida tiene que continuar y hoy me siento preparada para seguir viviendo, porque el tiempo cura cualquier herida, aunque siempre quede una cicatriz en el corazón…
Colaboración de Karla Arrascue Drago
Perú
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